Un relato de verano

- Buah chavales, esto de coger la caravana ha sido la mejor idea que hemos tenido, menudas vacaciones nos estamos pegando. Un día aquí, otro allá... ¡y a nuestra puta bola!
- Joder, y no te digo nada de las playas que estamos viendo... ni los famosos con sus putos yates en las islas... jajaja
- Eh eh chicos, ¿oís eso? ¡Es el silencio! Sólo las olas del mar chocando contra las rocas y la arena...
- Esto es un jodido paraíso...

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- Tío, ahora entiendo que quisieran poner aquí un hotel de lujo para pijos, Ibiza se estará quedando pequeña jeje
- Si es que esta puesta de sol no tiene precio... Oye que aquí huele a uña quemada, pásate eso ¿no?
- Toma joder, no dejais a uno fumar tranquilo... Desde luego, menos mal que lo pararon, construir aquí es un puto crimen. No digáis que no se está de vicio, en plena naturaleza y sin nadie que te moleste.
- ¡Oye, tráete las birras! ¡Están en la nevera! Pues la gente del pueblo está indignada, y no quieren que les echen abajo el hotel... menuda mole de mierda aquí en medio.
- Ya ves, pero es que en los pueblos ya sabes, la gente es muy inculta y pasa del medio ambiente y esas mierdas, aquí la conciencia ecológica brilla por su ausencia... ¿Quién quiere la chusta?
- ¡Yo! Graciaaas... Pues es una pena, deberían cuidar esto y protegerlo, para mantenerlo como está y que la peña lo pueda disfrutar así, como habrá sido siempre.
- ¡Ya vienen las birras! Qué lástima que los de aquí no sepan apreciar este sitio como lo hacemos nosotros... en fin.
- Venga tíos, un brindis por esta playa.
- ¡Sí! ¡Un brindis por el puto paraíso!

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Al día siguiente, una vez pasado lo peor de la resaca, se marcharon.

Desembocadura del río Alías, en la playa de El Algarrobico (Almería)